El Camino de Santiago como relato

Una imagen condensa muchos significados

“El ser humano no está hecho de átomos, sino de historias.” – Muriel Rukeyser

Recientemente compartí esta frase al inicio de una conferencia sobre el Camino de Santiago, celebrada en la Facultad de Economía y Turismo de la Universidad Complutense de Madrid, gracias a la oportunidad que me brindaron Beatriz, Marta y la Fundación Andrómeda. Comparto el link a YouTube: https://youtu.be/94fqd51Vf6w?si=a2RnfFq9Z9UBBcMN

Aunque pueda parecer una afirmación poética, en realidad encierra una verdad profundamente humana. Somos seres que necesitan narrar para vivir. Contar historias no es un lujo intelectual ni un entretenimiento para tiempos de ocio. Es una manera de existir. De entender quiénes somos, qué nos pasa y hacia dónde vamos.

El storytelling —ese arte ancestral de contar historias con sentido— no solo organiza la experiencia humana. Cuando una historia nombra el dolor, el deseo, la esperanza o el silencio, no estamos simplemente informando: estamos tocando el alma de quien escucha.

Lo he dicho otras veces: las religiones son grandes maestras del relato. Parábolas, visiones, genealogías... no buscan solo explicar el mundo, sino habitarlo con sentido. Son historias que, contadas en comunidad, tejen pertenencia, memoria y propósito.

En este marco, el fenómeno del Camino de Santiago me parece una de las expresiones más bellas de esa capacidad narrativa del ser humano. Es un relato que se camina. Que se vive. Que se escribe paso a paso, con el cuerpo, con el cansancio, con las preguntas.

Cada peregrino que recorre el Camino entra en una historia que lo precede —una tradición milenaria, cargada de símbolos, leyendas y huellas— y, al caminar, se convierte en parte de ella. No la repite: la resignifica. Le añade su voz. Su silencio. Su transformación.

Lo más interesante es que hoy vivimos en un tiempo en que estas historias no se transmiten solo en la intimidad de los albergues o en los textos antiguos. El Camino también se expande en lo digital: en las fotos compartidas en redes, en los diarios personales publicados en blogs, en los podcasts que recogen testimonios, en las apps que orientan al caminante. Cada uno de estos medios ofrece una forma distinta de entrar al relato común.

Esto es lo que Henry Jenkins llama narrativa transmedia: una historia que no se cuenta una sola vez, ni de una sola forma. Un universo que se abre en múltiples lenguajes, donde cada formato aporta una pieza distinta. Y el Camino —aunque ancestral— es, sin duda, un universo transmedia. Porque tiene su canon, sus símbolos, sus relatos fundacionales… pero también tiene una comunidad viva que lo expande, lo actualiza, lo narra desde dentro. Volveré sobre esto en próximos posts.

Por eso, la propuesta que quiero compartir no es solo teórica. Es también una invitación: mirar el Camino de Santiago —y cualquier camino, en realidad— como un relato en expansión, donde la espiritualidad, la memoria y la tecnología no se oponen, sino que pueden dialogar. Donde el cuerpo camina, el alma narra y la red multiplica.

Narrar lo vivido es parte del viaje. Escuchar lo contado por otros, también. Porque caminar, a veces, es la forma más sincera de habitar una historia.

Next
Next

Riesgos de banalización en la narrativa transmedia